
La primera vez que se usó la voz "imbófido", del chilango vulgaris "imbófidus" fue a finales de los años 80, en una cantina de la ciudad de México llamada "Montmartre" (que los felices parroquianos defeños pronunciaban "mon mar tré") y que se encontraba en las calles de López del centro histórico de la capital mexicana. Cada lunes se reunían en ese lugar un grupo de escritores, periodistas, poetas, narradores, cronistas, cuenteros, músicos, pintores y otros mal vivientes que hacían suya la noche libando a placer los lunes, sí, porque los viernes era fatal: empezaban a tomar y no paraban hasta el lunes en cambio, libando el lunes, podían descansar el fin de semana... La cosa es que los lunes este grupo de 15 o 20 personas iba religiosamente a bien beber y mucho fumar y a darle a la vida algo qué decir o qué mentir.
Al vapor de los alcoholes y entre el hálito astroso de una voz se oyó una vieja canción de los años 40 "Hipócrita" que interpretaba Fernado Fernández El Crooner de México. La canción de marras dice así en su parte inicial: "Hipócrita, sencillamente hipócrita/ perversa, te burlaste de mi..." La letra ya es un martirologio, pero la música es un panegírico al infraconsciente. Tal captaron los parroquianos del Montmartre esa noche y luego de terminado aquel verdadero himno odiseaco de la pasión cantado además a la manera de don Fernando, cuando empezaron a surgir uno a uno los epítetos: Paco Conde dijo "hipócrita, patas de haba", Arturo Trejo algo como "sí, hipócrita hijadel ése" en clara alusión a un ser indeterminado en el momento pero cuya presencia, aclamada por la canción, no podía ponerse en duda y alguien más ¿Nacho Trejo? afirmó: "No hipócrita, no: imbófida" !Claro!, respondieron todos, es imbófida, sencillamente imbófida y de ahí empezó a vivir el término "imbófido(a, os, as) que con el uso y el tiempo ha venido afinándose y refinándose.
¿Quién en este mundo imbófido no es sencillamente imbófido?
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